Sumergidos en el lodo
ya ni respirar podemos,
plúmbeo sino de ataduras descompuestas.
Puertas que permanecen cerradas por sus cerrojos.
Vestiduras rasgadas
bajo la asfixia de su mirada,
irreconocibles pasos que da la mente,
ajena de salubres pasajes,
que son destinos.
Abocadas a la inmundicia de sus latidos,
el caminar constante de unas cadenas
que nos oprimen,
el resoplar furibundo
ajeno al yugo que lo somete.
Tierra y asfalto
volviosen rejas donde siempre dormitan los mismos.
Lucha de clases ahogada en codicias,
usurpadores de aquello nuestro.
La unión del pueblo
resquebrajada por mil lamentos.
Descansan níveos
los amos nuestros.